PERSONALIDADES QUE DEJAN HUELLA…
La imagen clásica de Gabriela Mistral la instaló un
sistema, no ella. Y en ese sistema, ella cargó con dos “pecados” capitales.
Primero: no pertenecer a un partido político fuerte que la posicionara frente
al mundo (como lo tuvo Neruda). Segundo: ser mujer
Quizás murió sin saber los caminos que abría. Su poesía -
la hermana mayor de la palabra escrita - fue descubierta en su real dimensión
bastante más tarde. Y sólo entonces las mujeres empezaron a admirar su profunda
valentía, su forma de hacerse caminos en enorme soledad, su obsesión porque las
mujeres se educaran y dejaran de ser actrices secundarias de sus propias vidas.
En efecto, el sistema nos presenta a Gabriela como una
profesora formal y solo nos muestra una faceta de ella, como defensora de los
derechos de las mujeres, pero fue mucho más que eso, lamentablemente su país fue muy poco generoso con ella, no
sabían qué hacer con esta voz femenina inclasificable, salvaje a veces, que se
les escapaba de las manos. Entonces tomaron su faceta de maestra primaria, creyendo borrar así todo lo que en
ella pudiera parecer “subversivo”.
La Mistral tuvo su forma de hacerse caminos en enorme
soledad, con una obsesión: porque las mujeres se educaran y dejaran de ser
actrices secundarias de sus propias vidas. Tanto su escritura como su biografía
son una escuela para cualquier mujer hoy por hoy. .
Hace poco se hizo un interesante documental de María
Elena Wood que habla de la época en que Gabriela escribió Lagar y su serie de
poemas Locas Mujeres, quizás obras más bien desconocidas para el público en
general, si lo comparamos por ejemplo, con Desolación. En sus poemas de Locas
Mujeres, ella habla de mujeres solas, pero fuertes, posiblemente de muchas
Gabrielas.
En este punto me parece importante señalar que
actualmente nuestro continente cuenta con seis premios Nobel y que el único que
pertenece a una mujer es el de ella.
Dentro de sus poemas es muy especial“Todas íbamos a ser
reinas”. Lo elijo porque me conmueve profundamente, por la verdad que hay
detrás, por el horror del tiempo perdido y del deterioro, el miedo a la radical
opacidad y a la inevitable desesperanza.
Otro de los tantos que tiene es BESOS…
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.